Según el consumo que hacemos de los recursos existentes en los diversos ecosistemas del planeta, los seres humanos dejamos estampada una marca o huella ecológica.
¿Cómo podemos ayudar al medio ambiente?
Es decir, el impacto ambiental que como individuos causamos sobre la Tierra y la capacidad que esta tenga para restablecerse, permitiendo calcular la sostenibilidad a nivel internacional. Sin embargo debemos ser conscientes de la responsabilidad que como individuos, colectividad, sociedades industriales o países tenemos para fácilmente controlar dicha huella.
En otras palabras, la misma constituye el espacio de tierra, aire o agua ecológicamente fructífero como pastos, bosques, cultivos o medios acuáticos precisos para concebir recursos y confrontar los residuos que produce cada localidad por su modo de vida.
Se mide a escalas y su finalidad es valorar el impacto que sobre el planeta se produce y compararlo con la biocapacidad de este.
Existen varios tipos de indicadores de sostenibilidad cuyo fin es ofrecer información sobre cómo ha evolucionado. Observando la marca que se ha dejado se plantea a los consumidores las medidas a tomar para paliar el impacto, aunque tanto el nivel de desarrollo como la distribución geográfica influyen para agrandar o restringirlo.
Se mide la huella ecológica tomando en cuenta el impulso, estado o respuesta
En primer lugar los indicadores de impulso se determinan por la emisión de óxidos de azufre y nitrógeno e intensidad de tala y quema de bosques. Los del estado nos informan sobre las superficies de cultivos, el nivel de desertificación e índice de vegetación.
Por último los de respuesta nos muestran el porcentaje de bosques regulados y protegidos.
Es complejo calcular la huella ecológica, pero hay apreciaciones predecibles y varios métodos para su cálculo, así tenemos hectáreas precisas para edificar, hectáreas de bosque para asumir el dióxido de carbono que se forma, hectáreas para producir alimento y extensión para producir pescado en el mar.
Según estudios se calcula que en la actualidad 3.600 millones de personas viven en las ciudades, cifra que ascenderá en los próximos años a 6.300 millones.
Los ecosistemas con los que cuenta la Tierra ofrecen seguridad para más de 2.000 millones de personas. El 70% del agua se destina para alimentos, esto supone un coste del daño ambiental mundial que se estimó en millones de dólares, incluso más del 11% del PIB.
La huella ecológica supone cuánta agua y tierra empleas para originar los recursos que gastas y para absorber los desechos que generas, se utiliza una unidad de medida que relaciona la totalidad de superficie de suelo (hectáreas) con urbe (pueblo, nación, familia).
La ventaja de medirla es concebir cómo la humanidad se vale los recursos y comparar. Por ejemplo, las emisiones causadas al trasladar un bien usando una energía demandada para el producto sobre la misma escala. También, la cantidad de electricidad que consumimos, cuál coche conducimos o cómo nos alimentamos, se puede deducir que huella dejamos en el planeta.
En verano desatiendes muchos hábitos saludables motivados al período de descanso. Situación que no debería ocurrir pues tienes que asumir una misma conducta al estar o no activo. Recuerda que tu actitud interviene directamente sobre el bienestar del planeta y el medio ambiente, siendo perturbados por cada uno de nosotros independientemente de la época del año que sea.
Aquí te damos cinco consejos muy ventajosos para que tu huella ecológica se mantenga controlada igual que si estuvieras veraneando:
No conduzcas si tienes otra alternativa o medio de trasladarte
Anda en bicicleta, camina o aprovecha el transporte público limpio cuanto puedas y es que al no conducir tu vehículo logras reducir tu huella ecológica hasta un 20%.
Las primordiales emisiones de CO2 de los habitantes se deben a los combustibles fósiles que necesitan los vehículos motorizados para funcionar. No hagas viajes cortos en avión, el combustible es un contaminante del aire, así que opta por tomar el tren o el bus y ayuda en proyectos ambientales cuanto sea posible.
Ahorra energía en tu casa
Mantén una conducta acorde con el medio que te rodea, regulando el termostato del aire acondicionado y conservando limpios sus filtros.
Pon a descongelar el refrigerador dos veces en verano así ahorrarás energía. Seca tu ropa en el tendedero y benefíciate del sol, ya que en esta temporada la secadora no te hará falta y economizas electricidad. Al salir de casa desenchufa todos tus aparatos electrónicos.
Come alimentos locales
Cuando viajas a otra zona consume alimentos locales y de temporada. Si estás en casa busca crear tu huerto en la terraza, ya que al sembrar tus frutas y verduras minimizas los residuos y energía. Prueba a consumir más vegetales que carne. Adquiere productos a granel y no emplees muchos envases de plástico.
Ahorra en el consumo de agua
Evita la manguera en lo posible, así que no malgastes el agua con el limpiador a presión para limpiar el porche o tu coche. Planta en tu patio macetas con plantas y flores que exijan poca agua. Si tienes en casa una piscina, no gastes el preciado líquido llenándola.
Reduce tus residuos
En las capitales la producción diaria de basura es considerable, así que compra artículos retornables y biodegradables, sin tanto envase y referiblemente usa vasos, tazas y platos de cerámica. Procura no tirar basura ni desperdicios. Reciclar es la clave.
Al comprar no te limites en satisfacer tu necesidad. Analiza los efectos sociales, medioambientales y económicos. Infórmate cuáles son las empresas que ofrecen el provecho o servicio y cómo implica su producción en el respeto al entorno.
Educarnos y educar a otros en el consumo responsable y solidario es tarea de todos. Decídete a respetar la sostenibilidad, tu impacto en el ambiente, así este mejora y tú cambias de conducta.
La mejor forma de ayudar al universo para no dejar impresa tu huella ecológica es tomar conciencia de cuál es el papel que debes desarrollar como ser humano. Dominando el consumo estarás dando el primer paso, así que una conducta ecológica te hace mejor persona, porque no solamente disfrutas de los recursos útiles, sino que prolongas su vida para las futuras generaciones que también se valdrán de ellos cuando lo ameriten.